viernes, 10 de julio de 2009

Si bien dicen... bueno, la verdad nadie dice nada.

Creo que después de muchísimo tiempo viviendo en una ciudad, puedo llegar a varias conclusiones, ninguna de ellas tiene que ser tomada con seriedad indiscutible. De hecho, estas conclusiones pueden pasarse de ingenuas, un poco tontas, pero al fin y al cabo son dejos del mejor maestro, que resulta ser la malditísima experiencia (y tú lo sabes, método científico, tú lo sabes).

Para más información: mi nombre es Elsa y por 21 años (que... eh.. resulta ser mi edad actual) he vivido en el D.F. específicamente dos delegaciones que, desde mi punto de vista, resultan ser totalmente contrarias: Iztapalapa y Benito Juárez. Y digo que son contrarias porque, aunque sólo llevo 4 años en la d. Benito Juárez, he aprendido mucho de este lugar. Por ejemplo, en Iztapalapa no eran raras las noticias de que entraron a la casa de la vecina, le robaron sus pocas cosas y la violaron. Acá en la Benito Juárez el kilo de fresas te sale como 40 pesos (o más, pues). En iztapalapa venden unas cemitas deliciosas y acá en la Benito Juárez una torta de tamal ronda por los 15 pesos (bueno, no me gusta el tamal, así que tampoco me voy a matar por eso). En iztapalapa los vecinos eran muy amables, acá te echan indirectas y creo que la vecina de enfrente es amante de un tipo importante en la política. Ambos lugares me han dado lindos recuerdos, Iztapalapa se llevó 17 años de mi vida, go figure. Así que, como pueden ver, en 21 años, y con un historial de vivienda en dos delegaciones (y las que faltan, supongo), siento que mis raíces familiares me asentaron en los extremos que pueden darnos una ciudad como esta, la Ciudad de México.

Sin embargo, pese a que mi hogar (al menos el que la familia me ha dado) está en estas dos delegaciones, lo cierto es que mi vida se desglosa en todas partes: Mi universidad, mi vida juvenil, la razón de mi angustia adolescente, la razón de mi futura úlcera péptica, los lugares a los que me gusta ir a caminar, el lugar donde estoy aprendiendo a andar en bici, la banca donde comí un helado y creí ser feliz, el lugar donde por primera vez besé y pensé que todo acabaría bien: ese conjunto de lugares soy yo y son producto de conocer la ciudad, ya sea por primera vez o regresar a un lugar por el mero gusto de hacerlo.

Y claro que en mi vida futura me veo aquí. No sé ustedes, a mi sí me gustaría mi departamento en la condesa, nada escandaloso, un lugar que pueda hacer mi propio hogar. Y digo esa colonia porque vi un departamento que grita mi nombre, sin embargo yo no puedo responderle, porque no tengo dinero, no trabajo y, lo peor: alguien más ya lo tiene. Pero hey, los sueños rotos también son comunes en una ciudad como esta, en una vida común y corriente. Y me sigo viendo en una ciudad.

Aunque tampoco creas que no he llegado a odiar esta ciudad. El tráfico, la basura, las construcciones, las cosas inútiles que pasan, el stress: me hacen morir un poco por dentro. Pero también resulta que esas cosas son rutina, que hasta quejarse ya es anticuado. La gente que también vive en la ciudad sabe que a fin de cuentas son cosas con las que tienes que aprender a vivir, casi como las exigencias de una religión: humanamente imposible. Pero hey, sigo aquí. Y sí, porque quiero; tal vez porque no soy de las que les guste el cambio. Pero bueno, qué le voy a hacer. Esta ciudad es mi hogar, al menos hasta que sea una de esas personas que les gusta el cambio.

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9 comentarios:

Gabriela dijo...

Flagüer pagüer!

Autor dijo...

"Los sueños rotos son comunes en un ciudad como esta"
Nada más cierto. Esta ciudad es un hervidero de sueños rotos, las varillas están hechas de sueños rotos.

Livi Jazmín dijo...

Elsa: se me enchinó el cuero con la parte de los sueños rotos. Y me reí con las comparaciones delegacionales. En otro tema ¿21 años? ¿21? ¿De verdad? A-yyy.

Livi Jazmín dijo...

Número 1: Nahual. Fecha de publicación: 12 0 13 de julio.

Diana dijo...

yo también desearía algo en la condesa o sus alrededores, porque donde vivo hay otro huso orario...

Trompetista de Falopio dijo...

Número 2- Tzitzi, publicación: 15 o 16 de julio.

Trompetista de Falopio dijo...

Número 3: Gabriel. 18 o 19 de julio.
Número 4: Livi. 21 o 22 de julio.

GABRIEL BERBER dijo...

Los sueños rotos existen para quienes los quieren ver así, es fácil echarle la culpa al entorno caótico en el que se vive, o cargar con la piedra de un pasado tormentoso, pero solo pocos deciden olvidarse de eso y luchar por sus propios sueños y deseos; no creo que esta ciudad sea una ciudad de sueños rotos sino una ciudad en donde la gente no lucha por sus sueños, es una ciudad en donde abundan los sueños y se crean sueños, hay sueños que trascienden por generaciones ,pero también en donde rendirse y conformarse parece lo mas cómodo y sencillo.”Los sueños se hacen realidad si uno quiere”

Esponjita dijo...

caray... yo viví muchos años en el chorizo ese que es iztacalco, casi deshabitado. Y diario pasaba por churubusco a la altura de Tlalpan, donde se juntan las tres delegaciones.
Ahora vivo en la Benito, pero cruzando al calle está Iztapalapa... de un lado hay propaganda del pan y del otro del prd. De un lado los colonos hicieron una iglesia fea fea, pero que ha sido hecha piedra por piedra y con mucho amor. Del otro lado viven un sin fin de gatos callejeros que son respetados por los vecinos.
Es raro vivir en la orilla de las dos.

A mi, la neta, me encantaría vivir no en la condesa sino en la Roma... ¡tiene un aigre como de película!

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