Cuando pienso en la ciudad, pienso especialmente en el centro de esta ciudad. Le aseguro que ahí encontrará lo que busca. Si usted quiere accesorios de oro y plata, vaya a las joyerías de la calle Madero. ¿Un vestido ampón para usar en su fiesta de quince años? No deje de ver las vitrinas que hay en República de Nicaragua. ¿Un smoking? Lo acompaño a la Lagunilla. Si busca una mascota exótica, visite el Mercado de Sonora (cierta vez un vendedor me aseguró que tenía a la venta un Beagle, que al mismo tiempo era Basset Hound) y en el mismo lugar hallará las hierbas necesarias para hacer un amarre o algún trabajo de Santería. Instrumentos musicales: República del Salvador. Alimento difícil de conseguir: Mercado de San Juan. Pedrería: Bolivar. Libros viejos: Donceles. Putas: La Merced. Lámparas y candiles: Victoria. Figurines de dioses prehispánicos: Zócalo. Y aquí, allá, repartidos en partes iguales encontrará hoteles, iglesias y cantinas.
No conozco muchas ciudades. Pero sé que en otras, como en ésta, alguna mujer se detiene entre la multitud para mirar un par de zapatos a través de la vitrina, una pareja sale del hotel acostumbrado y se pierde en las calles, el comerciante ofrece sus productos al paisano y al extranjero, la familia gasta sus ahorros en comprar lo necesario para dar una gran fiesta, los que vuelven de la oficina se dirigen a un bar, los que vuelven deslomados se dirigen a un tugurio miserable, una mujer se prueba el vestido de novia, la puta vuelve a casa después de la jornada, un vagabundo habla solo, algunos entran en la casa de dios y otros celebran, con nostalgia, a los viejos dioses desterrados.
No conozco muchas ciudades. Pero sé que en otras, como en ésta, alguna mujer se detiene entre la multitud para mirar un par de zapatos a través de la vitrina, una pareja sale del hotel acostumbrado y se pierde en las calles, el comerciante ofrece sus productos al paisano y al extranjero, la familia gasta sus ahorros en comprar lo necesario para dar una gran fiesta, los que vuelven de la oficina se dirigen a un bar, los que vuelven deslomados se dirigen a un tugurio miserable, una mujer se prueba el vestido de novia, la puta vuelve a casa después de la jornada, un vagabundo habla solo, algunos entran en la casa de dios y otros celebran, con nostalgia, a los viejos dioses desterrados.

Fotografía: Mijael Jiménez.
11 comentarios:
A la barata; robalito de anoche, recién pescado, compren y compren mucho, y corran por que ahí viene la policía; clientecita bonita ayúnenme a pagar la fianza, mi suegra esta en la cárcel, compreeen. Asi gritaba cuando vendía en tepis. Fabricaba ropa de mujer en el centro -naci en el centro, en medio de toda esa mugre- todo se vende en esta ciudad; desde la corona, pasando por los ingleses libaneses, judíos, norteamericanos y la nueva moda, los chinos, aunque son de taiwan. Mercados, como tu lo dices, eso es lo que hay; guerra de mercado, de cosas, mercancías, a eso se ha reducido el intercambio. Se termina la esencia, desterramos dioses y quedamos solitos hablando con las cosas, como loquitos.
Saludos. alfredo
Justo vengo de pasar la noche en la calle de Motolinía.
Justo anoche hablaba de todo esto que hay en el centro de esta ciudad. Permíteme agregar una cosa: cuando uno va al centro camina mucho más de lo acostumbrado, pues como dices hay de todo, pero no todo está tan cerca, las distancias en el centro son relativas...
bombas de agua y refacciones para electrodomésticos en Ayuntamiento; cines porno en República de Cuba, imprentas en Santo Domingo, cabarets de quinta en Eje Central, papelerías pare en Isabel la Católica, cinturones, pelucas y paraguas en Correo Mayor; todo para la fotografía en Donceles, armerías en Palma, telas y cortinas en Corregidora, tabaquerías en Uruguay, jarcería y ferretería en López, ¿y dónde queda lo que no hay?
B.& N. Te falto, silla presidencial “cotizada en dólares”; entrada a los cielos. No tiene precio, pero no caerán mal monto sitos de billetes; promesas de notarios – escribanos. Dan su palabra de lo que nunca habrá.
y los libros de segunda?
Eh? Eh? Eh?
mucho me ha gustado: me recuerdas a las descripciones del Vasconcelos en su Ulises Criollo (y me gustan reteharto)
Un besote!!!
Si, claro que si Gabi; libros de seguna que muchos resultan de primera, asi de magico es mi cuna, y muchas historias y leyendas, muchas.
ALFREDO: tiene mucha razón. Cuando estaba escribiendo el post, me di cuenta que la pluralidad de gente, responde a la pluralidad en el mercado. Mucha mucha mucha gente distinta va al centro a eso, a comprar; hasta los dioses desterrados vuelven en forma de cenicero de Chac Mool. Saludos y vaya, qué aventura ha de ser nacer en el centro de esta ciudad.
NAHUAL: ¿En el hotel Buenos Aires? ¿En el Hotel Lafayette? Ay chaparro, tan propio que te ves.
BUENO PARA NADA:pues ya ves, dicen que lo que no se vende en el centro, aún no se ha inventado.
ANÓNIMO: no entendí.
GABRIELA: ay, quizá no se entendió cuando dije "Libros viejos: Donceles." Me refería a libros de segunda.
TZITZI: debo confesar que no he leído a Vasconcelos, pero no le cuentes a nadie, sh. Besos de vuelta.
AL: eso sí; muchas de las joyas literarias que tengo, las compré en librerías de segunda. Yo misma trabajaba los domingos en una.
Ay, Livi, qué bonito terminaste este texto. Me gustó mucho.
Ay, Isis, muchas gracias :)
A propósito de los dioses desterrados, y haciendo metáfora de cierta situación política de hace algunos ayeres, me acordé de tres grupitos que se reunían en el zócalo antes de que a Ebrad le diera por instalar museos:
Los de la iglesia católica metropolitana
Unos protestantes con megáfono
Un grupo de veinte viejitos seguidores del Peje.
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