viernes, 18 de diciembre de 2009

Vómito cardenalicio.


¡Qué decir! Le encantaba tragar hasta hartarse, pedir el cáliz de oro donde se supone el vino sufre la transubstanciación y vomitar dentro los restos parcialmente procesados de su exagerado almuerzo. ¡Menudo reemplazo de la sangre de Cristo!

El día que conocí a Juan "Satanás", su excelencia, un cerdo inconcebible, me cogió cuatro veces seguidas. Afortunadamente tiene la verga corta y regordeta así que, si bien me abría el hoyo del culo bastante, no era demasiado doloroso. Tenía yo sólo 8 años. Para él era yo ya muy viejo pero tenía que darme de todas formas "la consagración".

Le gustaba dibujar con el semen la cruz en la espalda de los sodomizados. Nos santificaba el lomo con su líquido bendito, decía. Con el tiempo fue adquiriendo más y más mañas, se fue haciendo insoportable. De coger y trazarnos la insignia divina pasó a utilizar los artículos sacros en sus felonías. Nosotros lo tomábamos a broma y nos burlábamos a escondidas de las extravagancias del señor Cardenal. Después de todo ni ingiriendo a diario el cuerpo de Cristo en las misas podía ya hacer que se le parara la pija.

Imposibilitado para una follada normal, derivó en la coprofilia y demás costumbres bastante grotescas. Le gustaba que nos pusiéramos sus ropajes de mayor gala, sus trajes de lujo, y que cagáramos en las mitras de mayor altura. Decía que si las lográbamos llenar, se tragaría el contenido. A tal fin, nos avisaba con tiempo, así que nos preparábamos comiendo cualquier porquería que nos provocara diarrea.

¡Excelente Eucaristía la del cardenal bebiendo de la mitra llena de mierda fluida! Pensaba que le servía de afrodisíaco pero no resultaba...al menos no la mayor parte de las veces. ¡Pero cuando se le lograba parar! ¡Pobre del que estuviera más cerca! Gruñendo lo embestía frenéticamente hasta que lo bañaba con su semen ya en estado de engrudo, rancio, fermentado y maloliente.

Cuando ya no me gustó fue cuando, habiéndose puesto asquerosamente obeso, incapacitado ya hasta para caminar, debíamos pulular a su alrededor desnudos, saltando sobre él y dándole a mamar nuestro miembro por turnos. Digo, eso no era lo malo, éramos como pequeños sátiros traviesos a su alrededor. Lo desagradable y repugnante era lo del cáliz.

Tragando todo el día, en algún momento se le tenía que llenar su inmundo abdomen. Aún así seguía metiéndose vianda tras vianda, hasta casi reventar. Entonces, cuando sentía el sabor agrio en la garganta de los jugos estomacales, pedía de súbito la copa, sagrado receptáculo, y lo llenaba rápidamente de hediondo licor.

Comenzaba entonces el festín asqueroso que llamaba "el máximo sacramento". Pasaba la copa a cada uno de nosotros y teníamos que beber un trago a la vez hasta que volviera a él. Nos sentábamos en torno a su figura inmensa y sudada y bebíamos. Para cuando retomaba el recipiente, con ya poco contenido, todos habíamos vomitado también sobre la cama y entonces él mismo consumaba el acto, tomando las últimas gotas de aquel elixir infernal.

Mandaba cerrar entonces puertas y ventanas y se quedaba dormido, totalmente exhausto, entre aquellos vapores de comunal vómito. Nosotros por fin podíamos cogernos en cadena, liberados del monstruo. ¡Cómo deseábamos eliminar el acto anterior y quedarnos sólo con lo presente, la libre fornicación! Pero no, el sapo ese tiene mucha cuerda y decidí huir un buen día, saltando la valla del recinto donde se forman los herederos de su curia.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hello, as you can see this is my first post here.
Hope to receive any help from you if I will have any quesitons.
Thanks and good luck everyone! ;)

Vito dijo...

c´est magnifique....
me gustó el texto, felicitaciones.
No sé si sería una grosería compararlo, pero eso bien pudo escribirlo el MARQUÉS DE SADE, aunque si te fijas bien en mi comentario estoy halagandote a ti por la forma de decirlo....
en fin.... me gusta.... saludos desconocidos

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