jueves, 17 de diciembre de 2009

Fantasmas

Alguna vez oí hablar de los demonios personales; de esas presencias oscuras y rojizas que se enredan en nuestra vida siempre llevándonos hacia algún tipo de pecado capital...

Ojala mis fantasmas fueran demonios; ojala fueran esas presencias temibles (con lenguas seductoras y ágiles ojos) que te empujan, un pie tras el otro, hacia el abismo... pero no, hasta en eso la mediocridad me acongoja... sólo fantasmas, tristes y paupérrimos, grises y ensimismados, con los ojos hacia su propio ectoplasma, con los labios resecos, monosilábicos, trastabilleando rincones, siguiendo mis pasos sin ánimo de espantar, sin ánimo de aparecer, siguiendo solamente por seguir, por de alguna forma permanecer.

Tantas veces los he odiado, tantas veces los he azuzado, con la punta de la guadaña, para que me ataquen... tanto los he mirado a los ojos... Huyen, como niños retrasados, dejando hilos de baba en las paredes y un profundo sentimiento de asco hacia su "no humanidad"....

1 comentario:

Vito dijo...

Supongo que uno es docil por no tener esos demonios, somos personas con mil frentes, una gentuza para cada situación, en cuanto a los demonios parecen ser reservados pues conoformarse con un simple sentimiento fantasmagoricoo.

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