La Ciudad es el tema, y se siente como en un capítulo de Los Simpson, cuando estos van y visitan Ciudad Capital. Aunque deja de sentirse así cuando no veo mi piel tan amarilla ni estoy yéndome a la Ciudad Capital, el Distrito Federal.
La Ciudad esta vez va a ser
Mi Ciudad, y a ella le dicen Guadalajara. Pero tal vez tampoco voy a hablar sobre ella. Hay un mote para abreviarla en los periódicos, quizá sea frío "pero se entiende", y es entonces que con más frecuencia me acostumbré a no tener que interpretar una segunda y una tercera vez las letras ZMG. Zeta-eme-ge: Zona Metropolitana de Guadalajara (Así que
esto es mi vida).
La ZMG está conformada por Guadalajara, El Salto, Tlajomulco de Zúñiga, Tlaquepaque, Tonalá y Zapopan, y para los turistas de El Montonal les traigo un pedazo de ellos, en forma de dulce de leche o rollo de guayaba.
Para empezar me sobran y me faltan los clichés y se me va de las manos el conteo de palabras óptimas para terminar con bien mi cachito de post. Entonces prefiero platicar sobre El Salto, bonito nombre para un municipio que antes se llamaba El Salto de Juanacatlán. Bonito nombre para un municipio no muy hermoso. Y aquí inserto mis recuerdos: Tenía 14 años y era en estas lluviosas fechas del año cuando fui a una de sus colonias: Las Pintitas. Los que conocen allá saben que un área se llama Las Pintas de Arriba y otra que se llama, oh sí, usted adivinó: Las Pintas de Abajo. En aquellos años mi mamá tenía una troca vieja de 1986, y con las lluvias de la temporada la presa de Las Pintas (en la que dicen que antes podías pescar mojarras) se desbordó y casi-casi no logramos llegar a la casa de la mamá de La Chispa, una niña que, atenta a las modas noventeras, a sus 11 años presumía un mechón rubio y decía "qué chispa".
Tlajomulco de Zúñiga: Tlajomulco de Zúñiga no tiene la culpa de que yo la recuerde como cómplice de mis antiguas infidelidades, la culpa la tendría que tener yo. Pero vamos, Tlajomulco también se inserta en mis recuerdos con sus caminos polvorientos rodeados de ladrilleras, el olor a pollo rostizado a la entrada (y el periférico, tan ruin, también a la entrada, a la salida), los perros callejeros por montones y las colonias de viviendas malhechas que el más-ruin-que-el-periférico-Vicente-Fox inauguró en el 2004, entre otros detalles feos como las ejecuciones, y otros detalles bonitos-chuscos como el recorrido turístico al cerro donde recientemente cayó un avión. (?)
Luego tenemos a Tlaquepaque y Tonalá, las hermanas artesanas. En ellas se forman en varias filas las esculturas, adornos, ropa, vajillas, muebles y no-adornos (es que hay cosas re feas) de barro, vidrio soplado, cerámica, bejuco, hierro forjado, yeso, piel, etcéteras. Para el que sabe o para el que no, en Tonalá se compra barato, en Tlaquepaque caro. Tonalá para mayoristas, Tlaquepaque para turistas. Tonalá tianguis y puestos de comida, Tlaquepaque oropel y restaurantes adornados con papel picado en los que tocan dos o tres mariachis: que el mariachi femenil, que el mariachi huichol... medio falso el ambiente folclórico, pero allí está para eso. (aunque el mercado y la azotea del Centro Cultural El Refugio hagan la diferencia. ¿La hacen?)
Zapopan, o Ciudad Zapopan, como casi nadie la llama, a excepción de los que la quieren mucho o los que se están burlando. O no, pero oh, Zapopan es muy lindo. No me canso de mencionar que la basílica de Zapopan es una chingonería de la arquitectura, y frente a ella su explanada en la que hace tiempo tocó la Sonora Dinamita y fui para presenciarlo (o para bailar, pero no sé bailar). Esa ocasión Margarita (la que canta) gritó varias veces una que otra majadería. Ahorita no recuerdo bien, pero digamos que fueron "chingado" o "méndigos". Entonces, a medio concierto nos anunció que el obispo de la basílica había mandado decir que no se dijeran palabrotas, a lo que Margarita contestó algo como: "¡Pues ya no digamos más groserías, chingada madre, todos vamos a bailar!" Y bailamos, sacrílegos.
Pero para hablar de Zapopan me voy a tardar, es casi como platicar sobre Guadalajara, o lo mismo que hablar de Guadalajara, porque, digamos que Zapopan es muy grande, más que Guadalajara, y que está lleno de contrastes entre marginación y plazas comerciales siempre nacientes, y de colonias con nombres divertidos como Jardines de la Patria o Arenales Tapatíos. O cerros conocidos como El Diente (al que nunca he ido) o un bosque con un nombre muy bonito: El Nixticuil.
Por último, en Guadalajara está mi casa, que no es mía, es rentada. Pero es donde vivo y aunque le digan rancho no lo he abarcado todo. La Zeta-eme-ge se me escurre por los dedos, muchas veces. Y cuando no, me sorprendo comiendo una torta ahogada (pero no echándole porras a Las Chivas, no vayan a exagerar). Cuando la extraño, paraíso gay (paraíso heterosexual luego) es cuando, de seguro, llevo dos días sin salir de mi cuarto, en un puntito de la ZMG.